Ser joven hoy en Colombia representa una cierta vulnerabilidad en distintos aspectos de la vida, que incluyen por ejemplo el desempleo, la vinculación a grupos que participan en violencias y conflictos o las dificultades de acceso a oportunidades de formación universitaria. Esto, sumado a imaginarios que fácilmente convierten a los jóvenes en destinatarios de la estigmatización, traza para la Universidad una profunda responsabilidad de acompañar, proyectar y revalorizar socialmente el papel que tienen en la consolidación de una comunidad y una sociedad que pretende vencer las inequidades y caminar hacia el progreso de la humanidad.
Por supuesto, una oferta académica de excelencia significa de entrada una valoración por sus vidas, una confianza en ellos y la expectativa de que pueden liderar cambios que amplían las posibilidades de justicia y de transformación de sus entornos. Consolidar la excelencia académica y posibilitar procesos de participación universitaria que permitan su posicionamiento como sujetos, expresa el compromiso de la Universidad con la formación de profesionales idóneos que sirvan con sus conocimientos a la sociedad y se convierte en el primer paso para responder con firmeza al efecto que tienen otros registros de sus vidas.
En este sentido, la Universidad se concibe como un campus para el relacionamiento con la cultura que impulsa a los estudiantes a construir la mejor versión de sí mismos, de tal suerte que la aproximación a los campos disciplinares esté acompañada de la constitución de una subjetividad capaz de relacionarse consigo mismo y con el otro de manera ética para lo cual es necesaria la promoción de una formación para la deliberación y la toma decisiones argumentada y la resolución de conflictos en sintonía con los valores que cuidan la vida en todas sus formas.
Para avanzar, la formación universitaria debe ser rigurosa, pero también ágil y adaptable, trascender lo técnico y nutrir la habilidad de abordar los desafíos humanos y éticos que la tecnología no puede reemplazar. En ese sentido, urge promover el compromiso con la propia vida, con la formación, con el aprendizaje en formatos nuevos que abran espacios a la certificación de saberes construidos en relación con el contexto laboral. Esta es otra línea sólida a la que como Universidad puede apuntar, pues abre ventanas para construir juntos experiencias de aprendizajes propias, mediante ofertas que se adapten a la diversidad de perfiles.
Lo anterior implica reivindicar, mantener y ampliar la tradición crítica y humanista de la Universidad a través del eje misional de la docencia, revisar sus prácticas académicas para acompañar la formación de ciudadanos con habilidades que les permitan lidiar con las emociones propias y de otros de forma autónoma, positiva y empática y para enfrentar los desafíos de la vida y de sus territorios. En síntesis, esta propuesta apunta al cultivo de la juventud de tal suerte que los proyectos de vida a los que aspiran sean realizables y desde ellos se aporte a la sociedad. Sin embargo, no sobra señalar que trabajar de manera colaborativa por una Educación Superior comprometida con la juventud, con la paz y con un ambiente educativo favorecedor de la formación, no desconoce las otras poblaciones que nos enriquecen con sus versiones del mundo.
Mantener e intensificar la visibilización de los talentos que encarnan los jóvenes universitarios, las preocupaciones y deseos de cambio y de justicia que los habitan, las iniciativas artísticas, científicas y comunitarias en las que se empeñan.
Ampliar las iniciativas (o convocatorias) que respaldan sus propuestas de mejoramiento de la vida de sus comunidades y/o de la Universidad.
Educar para el fortalecimiento de la democracia deliberativa que consolide la construcción de paz y la memoria.
Propiciar propuestas educativas y curriculares que fomenten la participación y los debates políticos sobre la justicia y la equidad en el desempeño profesional.
Educar para lograr un cambio cultural que permita erradicar las violencias y valorar el cuidado del medio ambiente y la vida en todas sus formas.
Favorecer la formación para una convivencia con responsabilidad social.